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Serían
como las nueve y media de la noche de ese sábado. Había hecho ya varias bajadas
a la sala grande del comedor. Esta vez había bajado para buscar el mueble poof
y llevarlo otra vez a la habitación, como la noche anterior, e intentar dormir,
aunque fuera un poquito, en medio de fuertes e insoportables dolores de
abdomen. Ya me había retorcido bastante en la habitación apretándome el
estómago para doblegar el dolor que cada vez iba creciendo en intensidad. El
día anterior también había tenido una noche terrible, y, a pesar de todo, había
bajado a la parroquia a trabajar con la sección de fotografías de los niños de la Primera Comunión.
Era el último grupo que faltaba por tomarse las fotografías para los Diplomas.
Tomé las fotografías con un cuello ortopédico, blando, que me había mandado
comprar antes de las nueve de la mañana, pensando que los dolores de los que
venía atravesando la noche anterior, se trataban de afectaciones de la postura
en la silla de trabajo en la oficina. Por supuesto que las fotografías las tomé
con la cámara. Pero lo del cuello era una paliativo y un mientras iría al
médico, por lo menos en el transcurso de la mañana, siempre y cuando se
terminara en esa misma mañana toda la sección, tanto del tomado de las
fotografías, como del diseño de cada diploma con datos del catequizando y su
respectiva foto, con el programa Publisher, para después grabarlas bajo formato
jpeg. Y así con todos y cada uno. Para después llevar en CD todos los diplomas
ya configurados al foto estudio para su revelación e impresión final. Eso
implicaba, ciertamente, mucha dedicación y concentración. Cualquier error era
un gasto adicional porque en el foto estudio solo lo que harían, como ya nos lo
había hecho con los grupos anteriores, era proceso de revelado e impresión.
Repetir un diploma era un gasto más. Para eso dependía de la fidelidad de las
listas de cada centro de catequesis y su exacto orden, porque a cada nombre
correspondía, y, correspondería en esa mañana, a cada foto en el orden en que
se habían tomado.
La
sección de fotografías había sido perfecta. El problema se me había presentado
con la configuración individual y personalizada de cada diploma, que sería
cambiar en el formato ya preestablecido, la fotografía y los datos, y, su
respectivo archivo jpeg, es decir, formato digital para llevar a cualquier casa
de revelado profesional. Esta vez no había sido la excepción. No coincidían las
listas que ya se tenían del grupo respectivo con sus correspondientes
fotografías. Y aquello hacía el trabajo muy complicado. Para remate de males,
como se dice, esa mañana de ese sábado se había ido la luz, y eso dificultaba
más la labor de configuración, por lo menos para ese día, como había sido
también con la del sábado anterior. Sólo el primer grupo había salido
totalmente perfecto y eso se agradecía. Se trataba de saber trabajar en equipo
y en sincronización con el tiempo de la catequesis parroquial, lo que
evidenciaba que sólo un grupo había puesto todo su cien por cien para que así
fuera, como había sido, cosa que facilitaba el trabajo posterior, o lo
dificultaba un poco, como en los casos presentes.
Esa
realidad en los acontecimientos del día hacía que se fuese acumulando mucha
presión y tensión. Los dolores de espalda que venían atacándome durante esa
semana, los atribuía, precisamente, a esas desincronizaciones en el trabajo de
equipo, por lo menos, hacia la rapidez y agilidad para la que se había querido
trabajar en este año catequético, fruto de todos los años anteriores. Había
puesto todo mi cien por ciento. En las reuniones mensuales (cada primer sábado
de mes) desde la primera, se había insistido en que se entregaran las listas de
cada grupo. Dos grupos lo habían hecho. Los otros tres, pues, que mañana o para
la próxima semana, y así nos mantuvieron durante todo el año. Ya se finalizaba
la catequesis y se recogía lo que se había sembrado. No se discute que a nivel
de programa y pensul de catequesis todo había sido como siempre, pero a nivel
de listado y toques finales como los datos completos y otros detalles que
facilitaran, en el caso concreto la confección individual de cada diploma, las
cosas estaban un poquito más allá que incompletas, para no decir, que
totalmente incompletas.
Eso
era motivo suficiente para estar un tanto estresado, tal vez, un poquito más de
lo normal.
Es
de hacer notar que en nuestra parroquia desde hace quince años configuramos
nuestros propios diplomas personalizados de la Primera Comunión.
El fondo es una fotografía del Santísimo o Sagrario de nuestra propia parroquia
con la identificación de la parroquia y con los datos del muchacho que hace la
primera Comunión ese año, con su respectiva fotografía. Eso nos ha llevado,
como fruto de nuestra experiencia en crecimiento, a tomar nosotros mismos las
fotografías y después su proceso de configuración individual y personalizado de
cada diploma.
Con ese
modelo, estamos primero personalizando nuestro diploma, y segundo, estamos
promocionando nuestra parroquia al mostrar una foto de nuestro Sagrario o
Santísimo. Además, de resumir en todo él la finalidad principal de toda la
catequesis de la Iglesia :
promover el encuentro personal, de re-encuentro, con Jesús Sacramentado, la más
arrolladora y transformadora experiencia del cristiano. En esa experiencia del
tú a tú, y contigo, en la soledad del todo y la nada existencial como la
perfecta sincronía del encuentro de Dios-hombre y hombre-hombre para salir más
lleno de la fuerza vital y contagiosa, sin arrebatos ni fanatismos, a cargar la
cruz de cada día con dignidad y gallardía.
Todos
los malestares que venía sintiendo durante esa semana los atribuía al trabajo,
no solo por lo de los diplomas, sino el que ya supone la misma parroquia.
Trabajo que es como es. Ni tanto, ni tan poco. Como un trabajo cualquiera, para
no caer tampoco en exageraciones. En todo caso, los dolores de espalda que me
estaban afectando durante los últimos cinco o siete días, en cierta manera,
eran atribuidos a la postura en la silla frente a la computadora, que en esos
días, tal vez, hacían sido un poco más intensos. Era la manera que encontraba
para justificar mis dolores de espalda de manera casi continua.
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